El sentido del ICMI hoy
Miguel de Guzmán
Universidad Complutense de Madrid
El ICMI surgió a principios del siglo 20 fundamentalmente motivado por el interés de un conjunto de matemáticos de diversas nacionalidades que se interesaron inicialmente de forma directa por analizar las semejanzas y diferencias de las diferentes formas que la educación matemática tomaba en algunos de los países del mundo occidental. Naturalmente en el trasfondo de estos análisis estaba la intención de mejorar el aprendizaje matemático en todos los países.

Cabe la pregunta que en el breve espacio del que disponemos nos vamos a plantear. Puesto que especialmente en el último tercio del siglo 20 han surgido muchas organizaciones internacionales que se encargan con gran eficacia de muchos de los temas que han ido interesando tradicionalmente al ICMI, ¿cuáles pueden ser hoy día los principales cometidos en los que el ICMI podría de forma natural involucrarse?

Ciertos estudios de gran importancia que conciernen a aspectos parciales de la educación matemática han sido emprendidos de forma organizada por grupos de trabajo muy importantes. El grupo de Psicología de la Educación Matemática (PME, Psychology of Mathematics Education) organiza muy frecuentemente sus reuniones que atraen a un gran número de expertos enla educación matemática. Así lo hacen también el grupo que trabaja sobre Historia y Pedagogía de la Matemática HPM, el grupo que analiza los problemas especiales que la plena incorporación de la mujer en la investigación matemática y en la educación matemática plantea (IOWME, International Organization of Women in Mathematical Education). Las competiciones internacionales en forma de olimpiadas o actividades semejantes son fundamentalmente responsabilidad de la Federación Mundial de Competiciones Matemáticas (WFNMC, World Federation of National Mathematical Competitions). Todas estas organizaciones están constituídas como grupos de estudio afiliados de alguna forma más o menos flexible al ICMI. ¿De qué problemas se ocupa o se debería ocupar de forma directa la Comisión Internacional en nuestros días?

Por supuesto que existe la actividad estrella del ICMI, que son los ICMEs, los congresos internacionales bajo la directa responsabilidad del ICMI, y que es tratada por la Comisión con especial cuidado en su organización inicial, en la elección de los principales comités que han de atender la puesta en marcha de sus múltiples actividades,... La duda que se ha suscitado desde hace ya casi una década es si la celebración de tales congresos gigantescos (más de 4000 participantes en 1996 en Sevilla) tiene el sentido y la efectividad que debería tener, sobre todo teniendo en cuenta la gran cantidad de energía que es preciso desarrollar y la movilización de grandes cantidades de dinero que envuelve tanto por parte de los organizadores como por parte de los asistentes. Más de una vez se ha pensado en la conveniencia de realizar un congreso mundial, centrado fundamentalmente en una ciudad, pero con diferentes congresos simultáneos interconectados para muchas de las actividades celebrados en otras ciudades del mundo. Esto proporcionaría más oportunidades para una adaptación a los intereses locales de las comunidades de matemáticos de muchos países sin gastos extraordinarios para ellos.

Sin embargo hay dos problemas que, a mi parecer son mucho más importantes hoy día, que deberían centrar intensamente la actividad normal tanto del ICMI como de la IMU (Unión Matemática Internacional) ya que los dos atañen muy directamente a ambas organizaciones.

En mi opinión, el problema que hoy debería preocupar más al ICMI, como organismo responsable de la salud de la educación matemática a nivel global, y también a la IMU, como organismo que ha de velar por el buen estado de la actividad matemática, es la escisión profunda que tiene lugar en muchos lugares del mundo entre las personas de la comunidad matemática que tienen su actividad centrada en la educación y aquellas otras en las que su ocupación principal es la promoción de la investigación matemática, ya sea en su vertiente más teórica como en la más aplicada.

La situación se vive con especial intensidad y más abiertamente en la actualidad en Estados Unidos, con confrontaciones directas que llegan a tener serias repercusiones en la política educacional de diversos estados, pero también tiene lugar de una forma más sutil en otros países. Entre ellos el nuestro.

Ha sido una postura tradicional por bastantes años que la comunidad de quienes se dedican a la investigación (profesores universitarios especialmente) hayan mirado las cuestiones pedagógicas teóricas y prácticas, que preocupan profundamente a otro segmento importante de la comunidad matemática (como son los matemáticos que investigan en los procesos del aprendizaje matemático o quienes se preocupan principalmente de desarrollar lo mejor posible sus tareas diarias como facilitadores de este aprendizaje a cualquier nivel) con cierto desdén, considerando tal vez que tales estudios y ocupaciones constituyen un campo de segunda o tercera categoría en el que es muy fácil decidir cuáles son las opciones adecuadas en cada momento, y en las que cualquiera que haya ejercido como profesor durante unos cuantos años está tan autorizado como cualquiera para emitir una opinión válida.

Los peligros de este tipo de actitud son claros. Una escisión profunda de la comunidad matemática no beneficia a nadie, ni a los matemáticos ocupados en hacer avanzar los conocimientos matemáticos de un tipo u otro ni a los que se ocupan de que sean transmitidos a cualquier nivel. Y mucho menos por supuesto, a la salud de una sana comprensión del quehacer matemático y de la educación matemática. En todo ello, probablemente los más perjudicados serían las generaciones más jóvenes por la confusión que se extendería en el panorama de la actividad matemática.

Y la posibilidad, temible a mi parecer, de que ICMI se escindiera en una organización sin lazos especiales con IMU, no es despreciable. Por mucho tiempo antes que IMU existiera ICMI llevó una vida relativamente pujante, a pesar de los avatares de guerras mundiales y demás obstáculos.

¿Qué pueden hacer ICMI e IMU? Tratar las cosas como actualmente en realidad son por el consenso al que se llegó un cierto momento de la historia de ambos organismos. Que cada uno de estos organismos ayude al otro a hacer su trabajo, con espíritu de ayuda, colaboración y comprensión. ICMI es la Comisión de Educación Matemática de IMU y sería muy razonable que tal situación fuese plenamente reconocida, por ejemplo cuando en los ICMs, los congresos internacionales de la IMU, o en otras ocasiones se pretende organizar algo que tenga que ver con la educación matemática.

Es cierto que ICMI se debería esmerar más en que personas de la comunidad matemática más vinculadas con la educación estuvieran presentes en los ICMs, los congresos de la IMU, si bien se pueden ver bastantes personas de este tipo en tales congresos. Pero es mucho más cierto aún que la IMU se debería esmerar mucho más aún en estimular la presencia de matemáticos que se interesan por la educación a cualquier nivel y especialmente al nivel universitario, que matemáticos que comparten sus labores de investigación con los de su docencia estuvieran presentes en los ICMEs, los congresos sobre educación matemática. Creo que han pasado bastantes ICMEs desde la ultima ocasión en que se vió a un Presidente de la IMU aparecer por uno de ellos, lo cual parece significativo.

El segundo problema que, a mi parecer, debería constituir una preocupación permanente en su agenda es la solidaridad entre los diferentes países en lo que a educación matemática se refiere.

El manifiesto con el que comenzó la organización del WMY2000 (2000 Año Munidal de las Matemáticas) señalaba muy acertadamente cómo la educación matemática hoy día es uno de los índices de posibilidades de progreso de los diferentes países.

Siendo esto así es claro que al ICMI, como responsable de la salud de la educación matemática a nivel global, debería hacer una meta de su actividad que las comunidades matemáticas de los diferentes países se ayudaran muy intensamente,

por ejemplo tratando de estimular en los países más desarrolllados, en lo que a educación matemática se refiere, una actitud de intercambio y ayuda a los países que podrían aprovecharse de tales colaboraciones y que están deseándolas con avidez.

La iniciación del Proyecto de Solidaridad del ICMI que se puso en marcha en el congreso de Quebec, en 1992, no ha constituído sino un tímido comienzo de lo que se debería hacer.

Es verdad que hay países que a través de sus subcomités nacionales del ICMI han respondido con entusiasmo y generosidad, como ha sucedido en Francia, por ejemplo, especialmente en sus contactos con diversos países africanos, pero este espíritu está muy lejos de extenderse lo que debería.

Ojalá en el nuestro sucediera algo semejante, ya que estamos en una situación de posibilidades de colaboración inigualables con los muchos países de Iberoamérica que la recibirían muy a gusto.

Lo que viene haciendo desde hace casi una década la organización CUES (Cooperación Universitaria Española), que busca la cooperación en diversas áreas, no solamente en las relacionadas con la matemática, y que puede verse en su página

http://www.matcam.upm.es/cues/cues.htm

puede servir en algunos aspectos como un válido modelo.