Consecuencias prácticas

¿podemos tratar de incidir eficazmente  para propiciar la ayuda de la actividad subconsciente en nuestra ocupación con problemas?

 

mejorar la capacidad de concentración, es decir en lograr que queden involucrados activamente cuantos elementos o unidades de nuestro sistema mental puedan aportar algo

Newton: "Pensando siempre sobre ello"

Parece dificil lograr este objetivo de modo consciente, controlado por el supervisor. Probablemente se puede incidir de dos maneras:

- en primer lugar eliminando los impedimentos que causan una dispersión de nuestra atención, de nuestra capacidad para estar plenamente en lo que hacemos;

- en segundo lugar, mediante la motivación, fomentando en nosotros el interés intenso y profundo por los problemas de los que nos ocupamos


el tipo de trabajo que debemos realizar en nuestra fase de preparación
conocimiento bien estructurado


tratar de propiciar la ayuda de la actividad subconsciente mediante la
incubación de la que se espera que surja la iluminación

en la práctica actuamos muy a menudo como si ésta no existiera

no practicamos una estrategia positiva para estimular esta actividad inconsciente

actuamos como si la fase de nuestro trabajo en que nuestro mecanismo supervisor está al mando fuese la única verdaderamente provechosa


la incubación que favorezca la iluminación puede estimularse del siguiente modo:

a) La preparación consciente nos debe capacitar:

- para reconocer la solución o los elementos que puedan ayudar a la solución;

- para activar en nuestra mente las estructuras sencillas a partir de las cuales podamos presentir que pueda surgir una solución;

- para actuar con una cierta libertad y flexibilidad que inicie o que al menos deje abierta la mente para vías nuevas, distintas de las que los hábitos propios, los prejuicios, las modas, los paradigmas imperantes, imponen;

- para infundir en el espíritu una tensión profunda, un verdadero interés por el problema y su resolución, junto con cierta confianza en nuestras fuerzas.

b) Un período de relajación y de olvido que permita una mayor libertad autónoma, es decir de apartamiento de los caminos trillados ya por nuestra actividad consciente, en el que la tensión interna tenga en movimiento las configuraciones y constelaciones de información que la fase preparatoria ha dinamizado.


No es fácil sustraer nuestro mecanismo cognoscitivo a cierto control permanente del supervisor.

Las culturas orientales han ideado métodos efectivos para conseguirlo. P. H. Lindsay y D. A. Norman, en su interesante Introducción a la psicología cognitiva (Madrid, Tecnos, 1986, p. 687), presentan una buena descripción de alguno de ellos:

Los métodos para controlar los estados de la mente son muy antiguos y muy bien conocidos en algunas sociedades. Hasta hace poco tiempo, estas técnicas no eran muy conocidas en la civilización occidental, pero ahora han alcanzado amplia publicidad y práctica. Las técnicas de la meditación religiosa y personal están diseñadas para alterar nuestros estados mentales. El uso de drogas y los estados hipnóticos pueden tener funciones afínes.

El medio más común y más eficaz de controlar los propios estados mentales es el empleo de un mantra. Básicamente, si queremos desconectar S (el mecanismo supervisor), esa voz central interior de la conciencia, encaramos un problema. S es un mecanismo entrometido, que tiende a estar guiado por los datos de cualquier acontecimiento, externo o interno. La mejor manera de hacerse cargo de S es darle algo que le distraiga. Hagamos que S emplee todos sus recursos en hacer algo irrelevante, y entonces la mente podrá funcionar libre de la influencia de S. El mantra es precisamente una técnica para conseguirlo.

El diccionario define un mantra como «una fórmula mística de invocación o encantamiento del hinduismo y del budismo Mahayana» (Webster's New Collegiate Dictionary). Hoy en día lo más frecuente es que el mantra sea simplemente una palabra que una persona repite continuamente una y otra vez. Nosotros consideramos el mantra como un recurso para la atención... mantiene ocupada la capacidad atencional de la mente, da a S algo que hacer, y efectivamente elude la naturaleza supervisora, directiva, de los mecanismos conscientes internos.



Las técnicas que en nuestra cultura occidental se han creado para escapar al control del supervisor no se han dirigido a inhibir su acción, sino más bien a desviarla hacia porciones del sistema cognoscitivo distintas de las que se ha ocupado en la fase de preparación.

En este sentido, los trucos de muchos de nuestros grandes artistas y científicos han sido extraordinariamente originales.

Mozart componía al tiempo que observaba atentamente el rodar de las bolas en su gran mesa de billar.

El gran poeta Shelley recibía a la musa jugando con barquitos de papel sumergido en su baño.

Brahms decía que solía tener sus mejores ideas mientras se limpiaba los zapatos.

Littlewood afirmaba que la relajada actividad de afeitarse constituía para él una fuente de ideas. Algunas grandes ideas le llegaron practicando el alpinismo, al que era un gran aficionado.


El sueño y el ensueño, fase intermedia entre el sueño y la plena vigilia, constituyen los estados típicos en que el control del supervisor se suprime o se aminora. Para algunos, estos estados son muy fructífero desde el punto de vista de su creatividad intelectual.

John von Neumann, de los grandes matemáticos del siglo XX, se iba a menudo a la cama por la noche con un problema en su mente sin resolver y se despertaba a la mañana siguiente capaz de garrapatear la solución en un cuaderno que tenía en su mesilla de noche.

Descartes, en el colegio de La Flèche, por su mala salud, tenía permiso para pasar una buena parte de la mañana en la cama, dedicado a sus ensoñaciones filosóficas particulares.
Es muy probable que muchas de las grandes intuiciones de las Reglas para dirección del ingenio y del Discurso del Método tuvieran su origen en ellas.

La idea de Kekulé sobre la estructura anular de la molécula del benzeno le vino en un sueño, según él mismo cuenta.

Pero, como dice Littlewood es posible que los actos creativos de gran altura alcanzados en sueños sean muy escasos:

William James parece haber tenido lo que parecían ser ideas vitalmente importantes en sueños, pero siempre se olvidaba de ellas al despertar. Decidió escribir tales sueños, y en la próxima ocasión logró hacerlo. A la mañana siguiente pudo leer:
Higamus hogamus, woman is monogamous; Hogamus higamus, man is polygamous.

No está mal del todo. Tiene a la vez forma y contenido.


La posibilidad de incubación se da cuando no nos dejamos llevar por las presiones que muy ordinariamente tienden a atosigarnos.

Es necesario tener ocasión para incubar nuestras ideas comenzando con tiempo de sobra nuestro trabajo. Así se evita la fijación funcional, la necesidad de ir por los caminos trillados y seguros. Nos podemos permitir caminar por caminos inciertos a lo largo de los cuales podemos encontrar ideas nuevas y valiosas.

Para algunos, el tener pendientes al tiempo varios temas de trabajo ayuda. La dedicación a uno permite la incubación en los otros.

Edison habitualmente tenía varios proyectos inacabados en su cabeza, trabajaba concienzudamente en todos ellos, aun estando todos pendientes de resolución. Para otros, este modo de proceder representaría una fatal dispersión.