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Un posible esquema de trabajo en grupo

La mayor parte de las consideraciones que preceden a este capítulo, así como las que van a seguir a partir de aquí, se refieren fundamentalmente a la posibilidad de llevar a cabo el intento de mejora de los procesos de pensamiento mediante el trabajo individual.

Es cierto, sin embargo, que el trabajo el grupo alrededor de una actividad como la que en este libro se propone tiene, a su vez, una serie de ventajas importantes que hay que valorar:

Una posibilidad de gran enriquecimiento. Si la fisonomía de nuestros propios rostros puede diferir tantísimo, teniendo como tenemos en ellos tan sólo unos pocos elementos, ojos, nariz, boca..., en los que distinguirnos, es fácil imaginar la enorme variedad que nuestras mentes, tan inmensamente complicadas, tienen que presentar. Es obvio que podemos aprender mucho mediante la comunicación entre unos y otros de nuestros modos de proceder ante una misma situación-problema.

Una posibilidad de aplicar el método desde diferentes perspectivas. El modelo mismo de actuación que vamos a utilizar y que será presentado en el capítulo 11 puede enriquecerse y profundizarse notablemente gracias a su realización por un grupo de personas.

Apoyo y estímulo en una labor que de otra manera resulta árida y dura, por razón de su complejidad y de la constancia que requiere. La estructura del trabajo en grupo aporta una firmeza en el propósito de progreso hacia el objetivo común sin la cual no es fácil perdurar.

Posibilidad de contraste de los progresos que el método va produciendo en uno mismo y en otros. La crítica constructiva recíproca que se puede fomentar en un grupo permite más fácilmente comprobar la evolución positiva propia y ajena y asimismo superar las dificultades conjuntamente.

Posibilidad de prepararse para ayudar a otros en una labor semejante con mayor eficacia. La observación de las dificultades de los compañeros de grupo y sus modos de afrontarlas proporciona una experiencia que puede ser de gran valor para quienes tratan de ayudar a otros en el establecimiento de patrones de comportamiento mental más perfeccionados.
 

DISEÑO DE UNA REUNIÓN DE TRABAJO EN GRUPO

Indicaré a continuación un posible diseño de una reunión de trabajo en grupo. Un equipo puede constar razonablemente de cinco o seis personas. Se podrían reunir una vez por semana durante un buen período, como de un año. Una sesión tpica puede durar una hora y media. La sesión tiene dos partes bien diferenciadas, siendo la segunda la verdaderamente importante. La primera tiene por objeto ir ampliando el panorama de los conocimientos teórico-prácticos del grupo.

Primera parte (media hora). Uno de los miembros del equipo ha preparado mediante lecturas adecuadas un tema bien concreto de naturaleza teórico-práctica, que podría consistir por ejemplo en profundizar en alguno de los puntos tratados en este libro, tal vez, por señalar algo concreto, en el tratamiento de los bloqueos de tipo ambiental. Lo expone en 20 minutos y se establece un período de discusión, comentarios, preguntas, aclaraciones, de 10 minutos.

Segunda parte (una hora). Una de las personas del grupo va a actuar en esta gunda parte como secretario, observador y seleccionador de problemas. Otra de elas actuará como moderador. Los papeles de los componentes del grupo serán desempeñados por turno en las diferentes reuniones.

El secretario para esta reunión ha elegido con anterioridad unos cuatro o cinco problemas que propone al resto. Es conveniente que sean verdaderos problemas, pero que al mismo tiempo no excedan la capacidad del grupo de resolverlos en tiempo razonable. El aire de estos problemas podría ser más o menos el de los que se proponen como ejemplos y ejercicios en la tercera parte de esta obra. Es conveniente que el mismo secretario se haya familiarizado con las formas de resolver los problemas, pues aunque durante el proceso tendrá que actuar meramente como observador, al final deberá él mismo iluminar y complementar los resultados alcanzados por el grupo.

Hay que recalcar que la finalidad principal de la actividad que el grupo va a realizar puede quedar perfectamente cumplida aunque los problemas no se resuelvan. Es muy conveniente, sin embargo, desde el punto de vista de la motivación, que los problemas elegidos, por una parte, constituyan un verdadero reto, pero que al mismo tiempo sean susceptibles de solución por el grupo.

La misión del secretario-observador, aparte de la elección de los problemas, consiste en observar e ir anotando los puntos más importantes del camino que sigue el resto del grupo en busca de la solución del problema. Él es el encargado de realizar el protocolo del proceso y sus observaciones y notas han de ayudar muy sustancialmente para la reflexión final que ha de seguir a esta etapa de trabajo. En general, permanecerá en silencio, cosa nada trivial de realizar, pero parece conveniente que intervenga en alguna ocasión, si es necesario, por ejemplo para preguntar sobre el origen de una nueva idea de algún componente del grupo, que probablemente se alejaría de su memoria si se espera al período de reflexión final del proceso.

Como antes ha quedado dicho, de los otros cuatro o cinco componentes del grupo uno actúa como moderador para esta reunión de trabajo. Los papeles de ponente, secretario y moderador van rotando en cada sesión. La forma de proceder del grupo hacia la resolución del problema puede ser muy variada y sería conveniente experimentar diferentes esquemas para que cada grupo elija el que mejor se le adapta.

Lo verdaderamente importante es que se cree una atmósfera en el grupo libre de inhibiciones, libre de competitividad, en que cada uno esté deseoso de aportar sin imponer, abierto a aceptar incluso lo que a primera vista pueda parecer más estrafalario, colaborando gustosamente para mejorar las ideas iniciadas por los otros y viendo con gusto cómo los otros van perfeccionando las ideas propuestas por él. La tarea esencial del moderador es precisamente mantener permanentemente este clima, estimulando, si hace falta, la aportación del que tiende a callar demasiado e inhibiendo con suavidad la del que tiende a hablar en exceso, animando cuando el grupo parece quedarse apagado, tratando de abrir nuevas vías cuando todo parece cerrado...

El esquema concreto para el enfrentamiento con los problemas puede ser el que se propone a lo largo de la tercera parte de este libro según las cuatro fases que reproduciremos aquí en titulares y que vamos a ver allí desarrollada en detalle:
 

1. El grupo se familiariza con el problema.
2. En busca de estrategias posibles.
3. El grupo selecciona y lleva adelante las estrategias que parecen más adecuadas.
4. El grupo reflexiona sobre el proceso que ha seguido.
Para el trabajo en grupo, y especialmente para la segunda fase del modelo que se propone, puede resultar muy provechoso el seguimiento de las cuatro reglas del brainstorming que se han indicado en el capítulo 6. En la cuarta fase, es, por supuesto, donde el secretario-observador ha de intervenir fundamentalmente.