Caos y estabilidad en el Sistema Solar
      La mecánica celeste estudia la evolución dinámica de los cuerpos del sistema solar sometidos a sus interacciones gravitacionales. Desde Newton y la ley de gravitación Universal se consideraba que el movimiento de estos cuerpos estaba perfectamente modelizado. La ley de Newton proporcionaba una relación entre las aceleraciones de los cuerpos y sus posiciones y por tanto, el sistema quedaba perfectamente determinado por sus condiciones iniciales. Sin embargo, la ley de Newton no proporciona ningún método para calcular explícitamente la velocidad y la posición de los planetas en todo instante. Hay casos sencillos, como el movimiento de un único planeta alrededor del Sol para los que sí es posible realizar este cálculo; estos sistemas se denominan integrables. Sin embargo, la Tierra no es el único planeta que gira alrededor del Sol y la presencia de los otros planetas perturban ligeramente su trayectoria. Desde el s. XVIII los astrónomos pusieron a punto métodos que permiten encontrar soluciones aproximadas de estas ecuaciones (los métodos perturbativos). Hasta finales del s. XIX, se consideró el movimiento de los cuerpos del sistema solar como el paradigma de la regularidad; por ejemplo, Laplace pretendía determinar con la máxima precisión el movimiento de todos los objetos del cielo. Sin embargo, a finales del s. XIX (1892-1899) Poincaré demostró la no-integrabilidad de las ecuaciones de la dinámica celeste y las limitaciones de las técnicas tradicionales para el cálculo de las órbitas. Las soluciones obtenidas por los métodos perturbativos pueden proporcionar una buena aproximación durante un tiempo finito, pero no permiten establecer la estabilidad del sistema solar durante un tiempo infinito. Este trabajo fue completado en los años 60, por Kolmogorov, Arnold y Moser cuyos estudios condujeron a lo que se denomina la teoría KAM en su honor. La teoría KAM demuestra que dependiendo de las condiciones iniciales el movimiento puede ser periódico y, en la práctica, predecible como en el caso integrable, pero que para otras condiciones iniciales arbitrariamente cercanas pueden aparecer zonas de inestabilidad (o zonas caóticas) donde el movimiento no es predecible. 

     

     Sólo a partir de los años 80 se empezaron a realizar estudios detallados de comportamientos caóticos en el movimiento de los cuerpos del Sistema Solar. En la actualidad estos comportamientos se han detectado en: 

    • El movimiento rotacional de Hyperion, un pequeño satélite de Saturno. La sonda Voyager detectó comportamientos extraños en la rotación de Hyperion a su paso por Saturno que son causados por este comportamiento caótico. 
    • El cinturón de asteroides. La distribución de los asteroides, planetas menores cuyas órbitas están concentradas principalmente entre Marte y Júpiter, no es uniforme. Ya en 1867, Kirkwood observó que había ciertas distancias del Sol a las que no se detectaban asteroides y otras en las que se acumulaban. Hasta principios de la década de los 80 en este siglo, se pensaba que estos huecos eran resultado de resonancias dinámicas entre las órbitas de los asteroides y la de Júpiter. En la actualidad se ha demostrado que, al menos para algunos huecos, las órbitas son caóticas. De manera que un asteroide situado en estas regiones puede llegar a cruzar la órbita de Marte y ser expulsado de su órbita primitiva. 

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