Agujeros Negros
    La existencia de agujeros negros fue propuesta en 1930 por J. Robert Oppenheimer como una consecuencia directa de la aplicación de la teoría de la relatividad al estudio de la contracción y el colapso gravitacional. Una vez que una cierta masa mínima queda concentrada dentro de un volumen lo suficientemente pequeño se convierte en un agujero negro o región del espacio-tiempo en la que la fuerza de la gravedad es tan intensa como para que nada, ni siquiera la luz, pueda escapar de ella. La búsqueda de agujeros negros se realiza por tanto a través de métodos indirectos. Un agujero negro que está capturando grandes cantidades de materia mantiene esta materia en órbita a su alrededor antes de caer definitivamente en él. 

     El material acumulado alcanza temperaturas de millones de grados y emite radiación muy enérgetica (en rayos X y gamma ). La masa de un agujero negro se determina a partir de las orbitas de objetos cercanos. En el último tercio de este siglo se han detectado agujeros negros a dos escalas radicalmente distintas: estelares y galácticas. El mejor ejemplo de agujero negro estelar es Cygnus X-1 para el que se estima una masa de aproximadamente 9 veces la del Sol; esta masa se encuentra concentrada dentro de un radio de unos 27 km!. A finales de este siglo, observaciones realizadas con el telescopio espacial Hubble han permitido determinar la existencia de agujeros negros con masas de hasta 300 millones de veces la masa del Sol situados en el núcleo de galaxias cercanas (ver Fig. 4). 
     

     Figura 4 : Ligeramente desplazado del centro de la galaxia elíptica NGC 4261, hay un disco de polvo y gas con una masa equivalente a un millón de veces la del Sol, rotando a velocidades de cientos de miles de kilómetro por hora. El disco tiene un radio de 150 años luz y contiene material orbitando alrededor de un objeto con una masa de 1.200 millones de veces la masa del Sol.!