Alejandría, Museo y Biblioteca.
El escenario intelectual de la época
de los tres grandes matemáticos griegos está dominado por
la actividad que se desarrolla alrededor del Museo y Biblioteca de Alejandría.
La ciudad había sido fundada
en 332-331 por Alejandro Magno sobre la antigua ciudad egipcia de Rakotis
(fundada hacia 1500 a.de.C). Alejandro construye lo que se llamó
Neápolis para sustituir a Naukratis como centro de la nueva cultura
griega en Egipto y como base naval al otro lado del Mediterráneo.
En 331 abandonó Egipto dejando a Cleomenes como virrey para consolidar
su obra. Alejandro no regresó nunca más. En 323 muere y sobrevino
el desmembramiento de su imperio. Macedonia y Grecia fueron gobernadas
por los antigónidas, Asia Occidental por los reyes seléucidas,
si bien los reyes atálidas se hicieron pronto independientes en
Pérgamo con la ayuda de los romanos. Egipto fue gobernado por los
tolomeos.
Los tolomeos asumieron como una de
sus ocupaciones principales el engrandecimiento de la ciudad fundada por
Alejandro y muy principalmente desde el punto de vista cultural, con el
espíritu cosmopolita e integrador que había sido impreso
en su modo de ver la cultura por Alejandro, muy probablemente influenciado
éste intensamente por su maestro Aristóteles.
Los tolomeos tomaron así su
cargo elevar el prestigio espiritual del reino y emular el esplendor intelectual
y artístico de la misma Atenas. Sabedores de que la prosperidad
sin cultura es vacía, se ocuparon de traer de Macedonia y Grecia
mercaderes, administradores, filósofos, matemáticos, médicos,
artistas, poetas,...
El Museo (templo de las Musas) fue
fundado por Tolomeo I, hijo de Lagos, general de Alejandro, a comienzos
del siglo III a.de C. Así describe Estrabón (siglo I a.de
C.) el Museo en su Geografía: " El Museo es una parte de los palacios
reales. Tiene un paseo público, unos atrios con asientos y una casa
grande en la que se encuentra el lugar de reunión común de
los sabios que comparten el Museo. Este grupo de hombres tienen sus propiedades
en común y un sacerdote está a cargo del Museo, originariamente
nombrado por los reyes".
Entre las nueve Musas de los griegos,
que representan cada una de las actividades de la cultura, tal como la
concebían los griegos, se encuentran Cleo, la Musa de la historia,
y Urania, Musa de la astronomía (entendida tal vez no tanto como
actividad exploratoria, sino más bien como contemplación
de la gloria de los cielos), lo cual es bien representativo del concepto
amplio de cultura, que enlaza en una unidad arte y saber. El Museo se debe
imaginar como algo más cercano a un instituto de investigación
que a una universidad. En él no existía una enseñanza
organizada, sino más bien una transmisión y avance del saber
a través del enrolamiento de jóvenes capaces en la labor
de investigación de los más expertos. Según parece
el Museo estaba dotado de instrumentos astronómicos, de un laboratorio
para efectuar disecciones anatómicas y diversos experimentos fisiológicos,
de un jardín botánico y zoológico.
Aunque fundado por Tolomeo I, el Museo
fue desarrollado por Tolomeo II Filadelfo que reinó en la primera
mitad del siglo III. Quienes llevaron adelante la labor efectiva fueron
Demetrio de Falerón (ca.345-ca.283) y Estratón de Lampsaco
(ca.320-ca.270). Demetrio, llamado de Atenas por Tolomeo I, fue fundamentalmente
un orador, al que Tolomeo I encargó de formar y dirigir también
la Biblioteca. Estratón fue llamado por Tolomeo I entre 300 y 294
para ser tutor de su hijo Tolomeo. Según Diógenes Laercio
fue conocido como "el físico, porque más que ningún
otro se dedicó al estudio cuidadoso de la naturaleza". Gracias a
Estratón de Lampsaco el Museo se orientó más bien
hacia la ciencia que hacia la filosofía.
Es muy interesante la valoración
global que G. Sarton hace del papel fundamental del Museo en el desarrollo
de la ciencia: "Su influencia sobre el progreso de la ciencia fue considerable.
Fue por su creación y por el patrocinio ilustrado que lo capacitó
para ejercer sus funciones sin impedimento por lo que el siglo III a.de
C. fue testigo de tan sorprendente renacimiento. Los miembros del Museo
eran libres para emprender y continuar sus investigaciones con total libertad.
Por lo que hoy se sabe es aquí donde, por primera vez, aparece la
investigación colectiva organizada y sin directrices políticas
o religiosas, sin otro objetivo que el de la búsqueda de la verdad.
Grandes científicos y otros pensadores y artistas fueron libres
para llevar a cabo sus exploraciones y el ambiente cosmopolita de Alejandría
les capacitó para utilizar los saberes antiguos de Grecia, Egipto
y Babilonia".
La otra institución importante
de Alejandría fue la Biblioteca, contemporánea del Museo,
pero independiente de él. Su primer director fue Demetrio de Falerón
hacia el año 284, quien, con sus propios libros traídos de
Atenas, constituyó los primeros fondos. Se conocen los directores
sucesivos hasta mediados del siglo II a.de C. en que, al parecer, sobreviene
un período de decadencia. Figuran entre ellos nombres importantes
como Zenodoto de Efeso (284-260), Apolonio de Rodas (240-235), Eratóstenes
de Cirene (235-195). Este último fue el primer bibliotecario científico,
gran astrónomo, matemático y amigo de Arquímedes,
a quien éste dedicó su obra Sobre el método.
Sobre la avidez de los reyes
tolomeos por engrandecer la Biblioteca, considerada como uno de sus grandes
tesoros, pueden dar una idea los siguientes datos acerca de las estrategias
usadas por Tolomeo III Euergetes (reinó 247-222). Ordenó
que todos los comerciantes que llegasen a Alejandría mostrasen sus
libros a los inspectores de la Biblioteca. Si no estaban en ella allí
se quedaban y se entregaba a los propietarios una copia en papiro. También
se cuenta que pidió al gobierno de Atenas en préstamo las
obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides, a fin de copiarlas,
poniendo quince talentos, una cantidad bien considerable, como fianza.
Una vez que las obras estuvieron en la Biblioteca decidió Tolomeo
que la fianza valía poco comparada con las obras y se quedó
con ellas enviando copias en papiro a Atenas.
Del tamaño de la Biblioteca
se han dado cifras muy variadas. Es posible que en el siglo I a.de C. hubiera
hasta 700.000 rollos en ella, cada uno de los cuales podía contener
diversas obras. Un número impresionante incluso para una buena biblioteca
de nuestros días.

